Cuando en el 714 la ciudad es conquistada por los musulmanes, la probable sede episcopal situada en la actual iglesia de la Magdalena se convierte en mezquita mayor, por lo que la comunidad mozárabe que allí permanece trasladaría el culto a la ermita de la huerta, situada extramuros en lo que ahora es la Catedral. Según Federico Torralba, fuera de la muralla había, además de esta iglesia dedicada a la Virgen de la Hidria (por el jarrón de azucenas que tenía en las manos la imagen) otra donde ahora está la Merced.
De una u otra manera, no será hasta el siglo XIII cuando tengamos noticias fidedignas de la construcción de una nueva Catedral en el solar que ocupaba la ermita de Nuestra Señora de la Hidria, que por su situación pasó a denominarse de “Nuestra Señora de la Huerta”. Así en 1235, siendo obispo García Frontín II y rey de Aragón Jaime I el Conquistador, se inician las obras de un nuevo templo en estilo gótico.
http://www.aragonmudejar.com/tarazona/catedral/catedral01.htm
La Catedral de Tarazona se comenzó a construir en el siglo XII y fue consagrada en 1232 como uno de los templos del gótico francés más puros de Aragón.
Fue emplazada fuera de los muros de la ciudad medieval, lo que es muy infrecuente. Podría ser debido al hecho de haber aprovechado la localización de una antigua iglesia mozárabe, que, como templo cristiano, se situaba fuera de la medina de la ciudad árabe al otro lado del río..
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Sobre todo, la mayoría de los cronistas medievales tenían absolutamente claro que el factor más importante que provocaba la guerra era precisamente el de las diferencias religiosas entre cristianos y musulmanes. La evidencia en favor de este enfoque desde finales del siglo XI en adelante es abrumadora: cartas y enviados papales instaban a campañas de cruzadas, y la Iglesia ofrecía no sólo indulgencias, sino también legados para allanar las tensiones entre los reyes cristianos y dinero para ayudar al esfuerzo militar. Pero aceptar esta evidencia no es más que estar de acuerdo en que un grupo pequeño y dominante imponía su ideología cristiana al resto de la sociedad, y casi no es necesario enfatizar que la fuerza de esta ideología (que no era instintiva, sino que tenía que ser enseñada y aprendida) variaba cronológica y social mente.
La confusión y el desorden podían ser angustiosos, y en una fecha tan avanzada como 1577 encontramos a don Cosme Abenamir de Benaguacil explicando a la Inquisición que cuando él tenía doce años su madre le había enseñado a ayunar en Ramadán, a creer que Santa María era virgen y santa, pero no la madre de Dios, y a creer que Jesucristo era hijo y profeta de Dios, pero que Mahoma era también su profeta.
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Sobre todo, la mayoría de los cronistas medievales tenían absolutamente claro que el factor más importante que provocaba la guerra era precisamente el de las diferencias religiosas entre cristianos y musulmanes. La evidencia en favor de este enfoque desde finales del siglo XI en adelante es abrumadora: cartas y enviados papales instaban a campañas de cruzadas, y la Iglesia ofrecía no sólo indulgencias, sino también legados para allanar las tensiones entre los reyes cristianos y dinero para ayudar al esfuerzo militar. Pero aceptar esta evidencia no es más que estar de acuerdo en que un grupo pequeño y dominante imponía su ideología cristiana al resto de la sociedad, y casi no es necesario enfatizar que la fuerza de esta ideología (que no era instintiva, sino que tenía que ser enseñada y aprendida) variaba cronológica y social mente.
La confusión y el desorden podían ser angustiosos, y en una fecha tan avanzada como 1577 encontramos a don Cosme Abenamir de Benaguacil explicando a la Inquisición que cuando él tenía doce años su madre le había enseñado a ayunar en Ramadán, a creer que Santa María era virgen y santa, pero no la madre de Dios, y a creer que Jesucristo era hijo y profeta de Dios, pero que Mahoma era también su profeta.